sábado, 17 de junio de 2017

Sara Torres. El lenguaje es un acto con consecuencias




Sara Torres (1991) es una poeta consciente de lo que la lengua dice. Nada se funda en la inocencia y ninguna palabra es involuntaria. Quien haya seguido la breve trayectoria de la poeta asturiana habrá podido comprobar que desde La otra genealogía existe un interés por abolir un orden de significación heredado con el objetivo de fundar un nuevo inicio donde conceptos como amor, sexo o género no se ofrezcan como losas que cargar. En este sentido, Conjuros y cantos, publicado el pasado 2016 por Kriller71 parece un paso más en las búsquedas emprendidas en la anterior aventura: “El lenguaje es un acto con consecuencias” es la primera afirmación que el libro ofrece. La propuesta de Torres parece afrontar una ruta de iniciación que se abre con el día de culto donde el yo sabe cómo debe empezar todo, pero jamás el camino que se debe seguir después. Lo demás deberá ser inventado. En las primeras siete palabras se encuentra toda la voluntad del libro, que supone la invención de un mundo ritual, en que los cantos y conjuros parecen pretender conexiones con lo que está más allá de lo meramente visible.

Conjuros y cantos es una propuesta ideológica que combina lo estético, hay menos ritmo que en La otra genealogía y más profundización en el concepto. Sí es cierto, sin embargo, que el ambiente mítico con camino hacia Oriente se mantiene. El invento que se propone desde el inicio, con cita de Robin Morgan, supone la constatación de los conjuros posibles, de los hallazgos que no se conocen y están por hacer. El cuerpo proviene de una otra genealogía, donde la unión homosexual está totalmente normalizada y el acto sexual recubierto de un halo místico. Para el desarrollo de este mundo que se inicia es, sin lugar a dudas, fundamental el apetito por continuar bebiendo: la sed no es solo una circunstancia, sino una necesidad imperiosa para que todo lo iniciado pueda seguir, “moriremos si la sed se te acaba”, si esa sed perece ante “el monstruo criado a culpa en la memoria”.

La nueva civilización se presenta como una tribu donde sus miembros deben ser en cierto modo iniciados. Conjuros y cantos, en este sentido, propone un universo de iniciación que confronta al cuerpo liberado con el cuerpo que se resigna. La figura de la enterradora emerge nombrando. Una vez más el lenguaje tiene consecuencias. Ella dice a la enterrada que su nombre es el apodo de la enfermedad. Esta, que ha sido señalada, no renuncia sin embargo a su canto, su conjuro:

Yo soy la no-nombrada la enterrada viva
canto con pasión a quien trata de acallarme
Yo reclamo la memoria de mi nombre

Por todo ello, la propuesta de Sara Torres es altamente política. Frente a lo que dicen ellos en torno a la sexualidad y las uniones normales, la homosexualidad desde un lenguaje combativo, donde hay una chamana que ejerce como guía y un grupo de iniciadas en el camino. Con todo, Conjuros y cantos es un libro con altibajos en lo poético que sí muestra una honda búsqueda en la palabra de su autora. En estos últimos meses se han publicado numerosos artículos en torno al boom de ciertos libros y editoriales. Ha faltado discernir qué propuesta sí lleva una intención, dónde están las búsquedas que merecen ser seguidas. Sara Torres ha emprendido un camino de interés. Queda por saber cómo se resuelven rítmicamente en el poema cuestiones que combaten aquello que parece inocente. Por ejemplo, cómo debe sonar en la musicalidad del texto una x para sustituir el masculino genérico y si esa x es necesaria cuando desde el poema mismo se ha inventado otro mundo donde todo es posible.

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