de
todas las profesiones
eliges
la de enterrador.
cada
mañana, cuando aún el sol
no
termina de iluminar la tierra,
te
aproximas a los nichos
que
aún no conservan ninguna muerte
y
con tus propias uñas
arrancas
trozos de tierra
para
comprobar si tú mismo falleciste.
pasadas
unas horas, cerca de la media mañana,
te
preguntas si cuando estés abajo
alguien
vendrá a besarte
como
tú haces con cada uno
de
los que llegan.
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