miércoles, 23 de agosto de 2017

los bañistas

mientras el cielo se decide a cambiar su ruta
yo, lo que apenas soy,
mudo la piel en la roca,
se desviste la cebolla que me puebla,
el llanto de ser cortado a destiempo;
siembro la rosa en el basalto.
profunda es la espina
que clava el zapato viejo.
atardece en el cuerpo caído del otoño
aunque la mano habita las semillas,
el amor ancla sus raíces en los pájaros
que no se aquietan más que con la muerte.
los bañistas gustamos del océano
porque el agua nos lleva
más allá de la conciencia.

yeray barroso

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