el muro
yeray barroso
1
aquí hubo una niñez ajena a las grandes voces del silencio. estas rocas aclamídeas antes
disparaban el tronco dorado de los ébanos de medianoche. cuerpo de lava,
rascacielos a punto de alimentar la boca del agua. aquí hubo una infancia y la
vejez llegó demasiado pronto.
quién
se descalza a las dos de la tarde para ser un pájaro, si pronto las plantas de
los pies abren sus llagas.
2
¿cómo
me llamo si no tengo nombre? norpelí me llamo. viví bajo el tronco de los
árboles sin agua, donde la raíz estalla
por el sol. no recuerdo las alas en mi espalda, ni el olfato animal que me
trajo a estos riscos. morí aquí y hoy soy nada más que puro hueso. tal vez
alguien me encuentre en las excavaciones y de a mi boca el beso de enterrador
que nunca tuve.
3
en
otro tiempo el abuelo de tu abuelo cerró el candando de estos muros. ahora nadie
puede ir al árbol sin agua, y no llegamos a veinte habitantes en este
pueblo. nuestros pómulos de alberca vacía se extienden en la mudez. somos pájaros
sin alas. eco, apenas eco de lo que un día tuvimos.
4
niño,
tú que tienes fuerzas todavía y eres la única inocencia que queda, atraviesa
los colores como hizo el joven rebelde en otro tiempo. ponle nombre a las
vocales para que algo signifiquen y despréndete también de esa herencia de ese adolescente fatal, tuerce las manos a todo lo que pesa en la espalda y abre el
candado para adentrarte en el bosque.
5
¿cómo
te llamas, niño? no digas tu nombre, esa cerradura te quemó la palma de la mano
al mediodía y ahora una pequeña raíz intuye el verdor cerca de tus dedos. ahí
fuera hay una niña que despareció durante ochenta años y regresó con el surco
del tiempo y el mismo rostro que en la partida. no te lamentes por la infamia
que dejas, llevas en el brazo la sonrisa abisal de quien rompe los muros.
6
cuando
veas a un anciano adentrarse en las
orillas de estas tierras, no detengas su piel caída al borde del naufragio. déjalo
entrar poco a poco a recibir su despedida. nadie lo acompañará tras la puerta,
allí la libertad de morir como quiso le besará la piel con el frío del verano.
7
si
tú llegas de verdad a llamarte, si decides que el cuerpo no sea una arruga
anónima entre los pocos que decidieron permanecer en el silencio de ese pueblo, no te rebeles contra el pájaro que está en la
jaula: él ha aprendido a quedarse dentro del barrote y aunque lo desprendas de
su cadena regresará cada mañana para comer de la mano de su amo.
8
ellos
mismos levantaron el muro
que
ahora les da una sombra infinita:
con
ayuda de los padres de sus padres
cargaron
la piedra que no los deja ver
más
allá de su frente
y
con barro
taparon
cualquier haz de luz
que
permitiera la siembra.
ahora
anastasio abre la grieta
a
la hora del sol más fuerte,
llega
al pie del árbol seco
y
encuentra restos de un hueso de ala:
lo
siembra al pie del tronco
y
continúa su camino,
no
puede correr y tampoco quiere,
anda
despacio
para
no perderse nada del misterio.
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