lunes, 23 de septiembre de 2013

Un chien andalou, una película hecha canción.

Por Yeray Barroso

1929. Una sacudida se ha venido gestando desde Rimbaud o Lautreamont, un movimiento tan instintivo como la belleza que produce el encuentro fortuito de una máquina de coser y un paraguas. El desorden ha sido la vía necesaria para la producción. El ojo ha caído como si un avión pasara cortando a la luna para establecer una nueva visión: Debaser, cantará ya en el año 1989 Pixies, grupo estadounidense que establece un precedente en lo que posteriormente será el grunge, por lo que estamos ante un grupo antecesor del nacimiento de bandas como Nirvana.

Salvador Dalí y Buñuel nacieron a un bebé de impacto. No se hace necesaria la sucesión de elementos, las líneas no tienen por qué ser paralelas o rectas. Ni siquiera se deben establecer líneas. A través de elementos espontáneos, nacidos a borbotones, se produce uno de los ya clásicos films surrealistas. Rota la educación y la historia en la creación automática, entre el despertar y la ensoñación, Un chien andalou, junto a L'âge d'or se rebelan, como bien señala André Breton, aunque refiriéndose únicamente a la segunda, ante la Edad de barro que atravesaba Europa. Una vez finalizada la primera de las dos grandes guerras todas las utopías anteriores que solían aspirar hacia la búsqueda de la totalidad y de la comprensión del universo, véanse las teorías de las correspondencias y de las analogías simbolistas, que suponen una respuesta a la fragmentación caótica de la ciudad moderna, que establecen una relación vertical hacia la idea y una horizontal hacia la sensación, no pocas veces desembocando en la conjunción de artes, llevando a la creación hacia la mezcla de sentidos hacia la obra de arte total: hacia la sinestesia artística (literatura, música, pintura), lo que parece adelantar la exaltada creación Surrealista y, de hecho, la exaltación de las correspondencias horizontales suponen un inicio que asienta sus primeras señales en el S.XIX aunque entre una ideología inmersa en la utopía de la universalidad contemporánea, rota a raíz de la guerra de 1914. 

Eliminada la búsqueda de la trascendencia, la creación irá hacia el yo más profundo, que solo puede aflorar a través de la liberación del subconsciente. El surrealista es un ser en continuo maravillamiento desposeído de la razón, frente a las ideas racionalistas y positivistas, se alza el caos que produce una exaltación de libertad creativa y del amor sin precedentes. Es en el hallazgo sorpresivo donde se engendra la obra. Para Black Francis Un chien andalou constituye un hallazgo: Quiero que lo sepas / no sé tú / pero yo soy un perro andaluz. Debaser, debaser, debaser, no cesa de repetir el vocalista de la banda: degradador, degradador, degradador. Él ya quiere ser ese sujeto en continuo maravillamiento. Ya está en entredicho la conciencia, como apunta Octavio Paz en Corriente alterna, la música también ha ido hacia el principio y ha abandonado a la razón. Ha nacido de un instinto, de una impresión: Encontré una película / quiero que lo sepas / rebanando ojos / quiero que lo sepas. El encuentro ha sido fortuito, como el que propuso Isidore Ducasse: La máquina de coser y el paraguas han producido la belleza de la atracción irrefenable, del amor loco, como el que ha sentido ya el yo receptor del film de Buñuel. El ojo rebanado es comienzo de otra cosa: ya ha caído una mirada y se camina hacia otra. Así, ya convertido Black Francis en un debaser o en un degradador, podrá rebanar el ojo y acudir hacia una nueva mirada. Ya no importa la realidad cercana, como tampoco importa la realidad cercana en Un chien andalou: la metáfora más alejada es la que construye la imagen de mayor potencia. Cuanto más ojos caigan más se acertará la visión a una realidad más alejada de la mera razón hasta tal punto que quien compone ya se ha metamorfoseado. Se ha producido esa metamorfosis que propone André Masson en su Metamorfosis de los amantes y la canción parece querer acudir hacia la caída de la antigua idea del arte. A raíz de la destrucción de los antiguos valores pretende, tal y como lo hizo el surrealismo, emprender el camino de la revolución creativa.


La canción es una impresión del film: hay amor fou. Igual que en el cortometraje el individuo sale en persecución del cuerpo femenino, ya es inevitable. La música es el perro andaluz y su voz es la de ese can. Una voz que ha necesitado negar a la razón.



Bibliografía

BRETON, A. Manifiestos del Surrealismo, Visor, Madrid, 2002.
___________ El amor loco, Editorial Joaquín Mortiz, México, 1967.
MANZI, M. "Debaser, Pixies", Un día una canción,  http://www.undiaunacancion.com/uduc/song/1141
PAZ, O., Corriente alterna, Siglo veintiuno editores, 7. ª ed, México, 1973
PELLEGRINI, A. “La conquista de lo maravilloso”, Archivo Surrealista,
http://www.archivosurrealista.com.ar/Argentina22.htm 



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